En la sociedad contemporánea, la lealtad y el agradecimiento emergen como valores cada vez más escasos, eclipsados por una cultura de individualismo y gratificación instantánea. La lealtad, entendida como un compromiso firme y constante hacia personas, instituciones o ideales, se ve socavada por una mentalidad efímera que prioriza el beneficio personal sobre los lazos duraderos. En este sentido, la falta de lealtad genera relaciones superficiales que deterioran la confianza.
Asimismo, el agradecimiento, es esencial para reconocer y valorar las contribuciones de otros, vivimos en una sociedad que tiende a dar por sentadas las acciones y los favores recibidos. Esta ausencia de gratitud no solo perpetúa la desigualdad en las relaciones interpersonales, sino que también desalienta la generosidad y el espíritu de colaboración.