Los profesionales del servicio al cliente deben buscar un punto medio entre satisfacer las demandas del cliente y mantener la integridad de la empresa. Esto implica habilidades de comunicación efectiva, resolución de conflictos y discernimiento para determinar cuándo es apropiado ceder ante las solicitudes del cliente y cuándo es necesario establecer límites claros.
En conclusión, la meta es construir relaciones duraderas basadas en la confianza mutua y la satisfacción tanto del cliente como de la empresa.