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¿Qué hay detrás de un año escolar perdido?

1 de septiembre de 2025

Perder un año escolar no solo representa un retroceso académico, también genera un profundo impacto psicológico en niños y adolescentes. En Colombia, donde la tasa de repitencia es una de las más altas de la OCDE, el fenómeno de la extra-edad (cuando el estudiante está en un grado menor al que le corresponde por edad), afecta tanto la autoestima como la motivación para continuar en la escuela.

Las causas son múltiples: desde metodologías rígidas y bajo rendimiento académico, hasta factores socioeconómicos como la pobreza o la necesidad de trabajar. También influyen la desigualdad entre contextos rurales y urbanos, la brecha digital y problemáticas emocionales como la desmotivación, el bullying o la ansiedad. En todos los casos, el estudiante se enfrenta a sentimientos de frustración, vergüenza y miedo al fracaso, que a menudo terminan debilitando su confianza en sí mismo.

Desde la psicología, es importante entender que un año perdido no significa un futuro perdido. El niño o adolescente requiere apoyo emocional más que juicios. El regaño, la comparación o el rechazo solo incrementan la sensación de inutilidad. En cambio, una comunicación asertiva, la escucha activa y la búsqueda conjunta de soluciones fortalecen la resiliencia y el sentido de pertenencia.

El riesgo mayor de no atender estos procesos es la deserción definitiva. Sentirse diferente o “atrasado” frente a los compañeros puede ser devastador, aumentando la probabilidad de abandono escolar y con ello, consecuencias sociales a largo plazo: menor acceso a oportunidades, perpetuación de la pobreza y reducción del capital humano del país.

Los padres juegan un papel fundamental. Escuchar la versión de sus hijos, comprender las causas del fracaso y evitar los castigos emocionales abre la puerta a nuevas estrategias de aprendizaje. Crear rutinas de estudio motivantes, reconocer pequeños logros y acompañar con paciencia el proceso académico son claves para transformar la experiencia del error en una oportunidad de crecimiento.

En definitiva, perder un año escolar puede ser doloroso, pero también un momento para cultivar tolerancia a la frustración, resiliencia y confianza. El apoyo emocional y pedagógico oportuno puede marcar la diferencia entre un obstáculo pasajero y una herida que afecte toda la vida.

En Familia | Orientación en Línea con la Dra. Julie Francis

Psicóloga titulada del Politécnico Grancolombiano, con formación en evaluación, diagnóstico e intervención psicológica, aplicados a diversos contextos como la salud mental, la educación y el ámbito organizacional; complementada con un Diplomado en Gestión del Talento Humano. Así mismo, posee habilidades en el manejo de herramientas terapéuticas y estrategias de apoyo para el bienestar emocional y mental. Profesional comprometida con el desarrollo personal y social, con enfoque en la ética y el respeto por la diversidad.