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¿Somos una sociedad apta para los animales?

12 de noviembre de 2025

El maltrato animal en la Reserva de Biosfera “Sea Flower” no sólo representa un daño ecológico, sino también un reflejo preocupante del comportamiento humano. Desde una perspectiva psicológica, estas prácticas —como la manipulación de mantarrayas para fines turísticos, la pesca ilegal de especies protegidas o el abandono de perros callejeros— revelan una desconexión emocional y moral con el entorno natural.

El ser humano, impulsado por el beneficio económico o la indiferencia, tiende a justificar el sufrimiento animal bajo la lógica del “uso” o la “necesidad”. Este pensamiento antropocéntrico evidencia una falta de empatía y de educación ambiental, aspectos fundamentales del desarrollo psicológico y social. Al normalizar estas conductas, se refuerzan patrones de desensibilización ante el dolor ajeno, afectando no sólo a los animales, sino también a la capacidad humana de convivir éticamente con otras formas de vida.

Las consecuencias psicológicas del maltrato animal van más allá del daño físico a los ecosistemas. En comunidades donde estas prácticas se toleran o se reproducen, se fomenta una cultura de indiferencia, donde la violencia hacia los seres no humanos puede extenderse hacia las relaciones humanas. La psicología ambiental señala que el respeto por la naturaleza fortalece valores de empatía, responsabilidad y cooperación, mientras que su destrucción genera culpa, estrés ecológico y pérdida del sentido de pertenencia.

Sin embargo, la conciencia social puede revertir esta tendencia. Programas de protección de fauna, vedas, refugios y educación ambiental promueven una relación más equilibrada entre las personas y los animales. Estos esfuerzos, aunque aún insuficientes, representan pasos hacia una sociedad emocionalmente más madura y responsable.

Ser una sociedad “apta” para los animales implica reconocer que el bienestar de todas las especies está interconectado con nuestra propia salud mental y ecológica. Aprender a respetar, cuidar y convivir con los animales no es sólo un deber ambiental: es un acto de evolución psicológica y moral.

En Familia | Orientación en Línea con la Dra. Julie Francis

Psicóloga titulada del Politécnico Grancolombiano, con formación en evaluación, diagnóstico e intervención psicológica, aplicados a diversos contextos como la salud mental, la educación y el ámbito organizacional; complementada con un Diplomado en Gestión del Talento Humano. Así mismo, posee habilidades en el manejo de herramientas terapéuticas y estrategias de apoyo para el bienestar emocional y mental. Profesional comprometida con el desarrollo personal y social, con enfoque en la ética y el respeto por la diversidad.