14 noviembre de 2025
Los huracanes Eta e Iota marcaron un antes y un después en el archipiélago. En San Andrés, miles de familias perdieron parte o toda su vivienda. Cinco años después, muchas de estas casas siguen sin ser reparadas, pese a haber cumplido con procesos de registro, visitas técnicas y reuniones con distintas entidades que prometieron soluciones.
En 2020 se reportaron 2.542 viviendas afectadas, pero solo 364 fueron intervenidas mediante el operador contratado para la reconstrucción. Aunque entre 550 y 600 familias lograron recuperar sus hogares con apoyo institucional o recursos propios, más de 1.500 hogares siguen esperando ayudas que no han llegado.
La comunidad afirma que ha acudido repetidamente a entidades nacionales y territoriales sin obtener respuestas claras. En varios casos, los trámites quedaron en visitas, fotografías y formularios, procesos que no avanzaron hacia obras efectivas. Las familias describen un patrón de seguimiento inconcluso que no soluciona sus necesidades urgentes.
En los barrios más golpeados, las viviendas continúan con paredes húmedas, techos parciales y daños eléctricos que empeoran cada temporada de lluvias. Uno de los casos es el de Diana Tovar y su esposo Carlos, quienes siguen viviendo bajo un techo inexistente desde 2020. Ellos, como muchos otros, recibieron funcionarios que midieron daños y tomaron fotos, pero nunca regresaron con una respuesta definitiva.
Organizaciones ciudadanas han acompañado el seguimiento de la reconstrucción. Transparencia por Colombia examinó durante más de tres años el proceso en San Andrés y Providencia, advirtiendo que aunque el enfoque se concentró en la isla vecina, San Andrés también sufrió daños severos y una parte importante de la población no ha sido atendida, viéndose obligada a cubrir reparaciones por su cuenta.
A pesar de estos esfuerzos, la comunidad coincide en que la situación continúa estancada. La falta de coordinación institucional, sumada a la ausencia de información concreta, alimenta una sensación de abandono entre los hogares que aún esperan soluciones. La incertidumbre, según los habitantes, se ha convertido en el obstáculo más persistente desde la emergencia.
Cinco años después del paso de los huracanes, las afectaciones permanecen visibles y miles de personas aún esperan una respuesta definitiva. En una comunidad que buscaba ser escuchada, la esperanza se ha debilitado, mientras la reconstrucción del archipiélago sigue siendo una tarea urgente e indispensable para garantizar condiciones dignas de habitabilidad.