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¿Cómo manejar la inestabilidad emocional?

19 de noviembre de 2025

La inestabilidad emocional, también llamada desequilibrio emocional, se caracteriza por cambios intensos y rápidos en el estado afectivo. La persona experimenta altibajos que parecen no tener causa aparente o cuya intensidad no se ajusta a la situación que los originó. Esta montaña rusa emocional puede llevar a pasar de la euforia a la tristeza profunda en cuestión de horas, afectando la vida diaria, las relaciones y la autoestima.

Comprender la inestabilidad emocional implica diferenciar entre emociones —reacciones breves frente a estímulos concretos— y estados de ánimo, que son más duraderos y menos específicos. Cuando estas variaciones se vuelven excesivas y constantes, pueden reflejar un rasgo de personalidad o un síntoma de un trastorno psicológico.

Algunos trastornos como el trastorno límite de la personalidad o el trastorno bipolar incluyen inestabilidad afectiva, junto con otros síntomas como impulsividad, dificultades en la identidad, episodios de manía y depresión, alteraciones del sueño o ideación suicida. No obstante, hay casos donde la inestabilidad emocional aparece sin cumplir criterios diagnósticos, convirtiéndose en una característica más del estilo personal.

Entre los síntomas más comunes del desequilibrio emocional se encuentran la euforia excesiva, la tristeza profunda, la inconstancia para finalizar proyectos, la baja tolerancia a la frustración, la tendencia a mezclar problemas de distintas áreas de la vida y una marcada inseguridad que deteriora las relaciones personales. En casos extremos, puede aparecer la labilidad afectiva, donde los cambios emocionales son tan intensos que interfieren gravemente con la realidad.

Las causas suelen ser diversas: experiencias traumáticas en la infancia, ambientes caóticos, historial familiar de trastornos del ánimo o patrones aprendidos de regulación emocional.

Desde la psicología, se recomienda aprender a “enfriar la mente”, tomando distancia temporal de los conflictos para disminuir la intensidad emocional. También es útil aplicar técnicas de solución de problemas, cuestionar los pensamientos dañinos mediante el diálogo socrático y fortalecer la comunicación asertiva para expresar el malestar sin agredir. Reconocer las emociones, mantener rutinas estables y practicar técnicas de relajación también favorecen el equilibrio.

Finalmente, buscar apoyo profesional es fundamental. Las terapias basadas en la reestructuración cognitiva y los enfoques cognitivo-conductuales han demostrado ser especialmente eficaces para recuperar la estabilidad emocional.

En Familia | Orientación en Línea con la Dra. Julie Francis

Psicóloga titulada del Politécnico Grancolombiano, con formación en evaluación, diagnóstico e intervención psicológica, aplicados a diversos contextos como la salud mental, la educación y el ámbito organizacional; complementada con un Diplomado en Gestión del Talento Humano. Así mismo, posee habilidades en el manejo de herramientas terapéuticas y estrategias de apoyo para el bienestar emocional y mental. Profesional comprometida con el desarrollo personal y social, con enfoque en la ética y el respeto por la diversidad.