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Sobrepoblación animal en las islas

3 de diciembre de 2025

La sobrepoblación animal en San Andrés no es solo un problema ambiental o sanitario: también refleja dinámicas psicológicas y sociales profundamente arraigadas. Durante años, la isla ha enfrentado un crecimiento descontrolado de animales callejeros —perros, gatos y especies domésticas— producto del abandono, la falta de infraestructura y el impacto de desastres naturales como el huracán Iota. Pero detrás de esta realidad existe un componente humano que merece ser analizado.

Desde la psicología, el abandono animal suele relacionarse con decisiones impulsivas, falta de educación emocional y débil sentido de responsabilidad afectiva. Muchas personas adquieren mascotas sin comprender que requieren tiempo, cuidados, límites, apego seguro y estabilidad. Cuando surgen cambios de hogar, dificultades económicas o simplemente se pierde el interés, el animal termina siendo descartado. Esta conducta habla de una cultura que normaliza el reemplazo y olvida que los vínculos, incluso con los animales, se sostienen con compromiso.

Las crisis causadas por huracanes, profundizan esta tendencia: bajo estrés extremo, las familias priorizan la supervivencia inmediata y los animales quedan atrás. Sin embargo, no se trata solo de emergencias; el abandono persiste incluso en tiempos de calma. Esto evidencia un patrón psicológico más amplio: desconexión empática, es decir, la dificultad de reconocer al animal como un ser sintiente cuyas necesidades importan.

Las consecuencias también tienen un impacto emocional en las comunidades: animales heridos, maltratados o desnutridos generan angustia, culpa colectiva y sensación de desorden social. A nivel ecológico y sanitario, la sobrepoblación produce temor, riesgos de accidentes y conflictos entre humanos y fauna.

Aun así, la respuesta comunitaria ofrece señales de resiliencia. Las jornadas de esterilización, los refugios independientes y las campañas de adopción muestran la capacidad de la isla para organizarse y activar su empatía. Cada acto de rescate y cada adopción responsable fortalecen la idea de que la convivencia con los animales es un compromiso ético y emocional.

En última instancia, superar la sobrepoblación animal requiere algo más que políticas públicas: implica construir una cultura de cuidado, donde la responsabilidad, la empatía y el respeto hacia los seres vivos se enseñen, se practiquen y se mantengan como parte del bienestar colectivo. Una comunidad emocionalmente sana también protege a sus animales.

En Familia | Orientación en Línea con la Dra. Julie Francis

Psicóloga titulada del Politécnico Grancolombiano, con formación en evaluación, diagnóstico e intervención psicológica, aplicados a diversos contextos como la salud mental, la educación y el ámbito organizacional; complementada con un Diplomado en Gestión del Talento Humano. Así mismo, posee habilidades en el manejo de herramientas terapéuticas y estrategias de apoyo para el bienestar emocional y mental. Profesional comprometida con el desarrollo personal y social, con enfoque en la ética y el respeto por la diversidad.