Por: Jeimy Almanza

Las vacaciones escolares son una oportunidad para que niños y niñas salgan de la rutina, se muevan, jueguen y compartan con otros en espacios seguros. Las vacaciones recreativas se han convertido en una alternativa cada vez más valorada por las familias, porque combinan diversión, aprendizaje y bienestar tanto para los pequeños como para los padres.

Estos espacios lúdicos permiten que los niños desarrollen habilidades motoras, sociales y creativas a través del juego, el deporte y las actividades al aire libre. En una isla donde el entorno invita a moverse y explorar, las vacaciones recreativas ayudan a reducir el sedentarismo, mejorar el ánimo y fortalecer la confianza en sí mismos. Además, fomentan la autonomía y la capacidad de convivir con otros, algo clave en su crecimiento personal.

Este tipo de espacios también tienen un impacto positivo en la salud mental y física. Ayudan a disminuir el estrés, mejorar la concentración y prevenir el agotamiento, tanto en los niños como en los adultos. Para las familias, representan un respiro que fortalece los vínculos y mejora la dinámica en casa.

Las vacaciones recreativas no son un lujo, sino una herramienta para crecer de manera equilibrada. Apostarle al juego, al movimiento y a la convivencia es invertir en el bienestar de la niñez y en una comunidad más sana y activa.