La disciplina positiva es una forma de educar a los niños que se enfoca en el respeto mutuo y la empatía. Olvidándose de los gritos, los castigos y las amenazas; en su lugar, se trata de enseñar a los niños a tomar decisiones responsables a través de la comunicación y el entendimiento. Es una manera de guiar el comportamiento de los más pequeños sin hacerlos sentir mal, más bien ayudándolos a entender por qué sus acciones tienen consecuencias y cómo pueden mejorar.
A diferencia de la permisividad, donde el niño hace lo que quiere sin límites claros, la disciplina positiva sí establece reglas, pero de forma firme y respetuosa. No se trata de dejar que los niños hagan lo que quieran, sino de enseñarles a gestionar sus emociones y conductas con amabilidad, pero también con firmeza. Aquí se busca que el niño comprenda los límites, pero sin perder la conexión emocional con sus padres o cuidadores.