En la vida cotidiana, todos enfrentamos momentos en los que debemos tomar decisiones que afectan nuestro bienestar y futuro. A menudo, estas decisiones pueden ser percibidas por otros como actos de egoísmo. Sin embargo, muchas de ellas son en realidad expresiones de sensatez, donde la prioridad es nuestro propio bienestar emocional, físico o profesional.
En muchas situaciones, elegir pensar primero en uno mismo no es solo razonable, sino necesario. Por ejemplo, decidir cambiar de empleo en busca de de mejores oportunidades profesionales puede ser visto por algunos como una falta de lealtad. No obstante, esta decisión puede ser una medida sensata para garantizar nuestra estabilidad y crecimiento personal. Del mismo modo, establecer límites en relaciones personales o profesionales para proteger nuestra salud mental no es un acto de egoísmo, sino una muestra de autoconservación y respeto propio.