El dinero, la avaricia y la ambición están interrelacionados en cuanto a su conexión con el deseo humano por la prosperidad y el éxito material. El dinero es el medio o recurso que facilita la obtención de bienes y oportunidades, mientras que la avaricia y la ambición representan diferentes actitudes hacia la acumulación del mismo. La relación principal entre estos conceptos es que el dinero suele ser el objeto central que tanto la avaricia como la ambición buscan, pero las formas en que lo hacen son lo que los distingue.
La avaricia se caracteriza por un deseo desmedido de acumular dinero y posesiones, sin consideración por las consecuencias o los efectos que pueda tener en otros. Es un impulso egoísta que antepone la acumulación de riqueza por encima de todo, y generalmente se manifiesta en comportamientos poco éticos o insensibles. En cambio, la ambición, aunque también puede estar orientada a la obtención de dinero, no necesariamente tiene un carácter negativo. La ambición es un deseo de mejora o superación, y puede estar impulsada por aspiraciones más amplias, como el crecimiento personal, profesional o el impacto positivo en la sociedad. Lo que distingue a la ambición de la avaricia es la orientación hacia fines constructivos o nobles, siempre y cuando no se cruce el límite hacia lo destructivo o insensible.