El tiempo es uno de los recursos más valiosos y limitados que tenemos, pero paradójicamente es también el que más subestimamos. Cada minuto que pasa es irrecuperable; sin embargo, a menudo lo gastamos en cosas que no nos aportan valor. Entender que cada momento cuenta nos lleva a valorar nuestras decisiones y elegir con mayor conciencia cómo invertimos nuestras horas.
En esta era de hiperconectividad, el tiempo se ha convertido en un lujo. Muchas veces confundimos estar ocupados con ser productivos, olvidando que el verdadero valor del tiempo está en su calidad, no en la cantidad de actividades que logramos realizar. Dedicar tiempo a lo que nos llena de propósito, como compartir con seres queridos, crecer personalmente o simplemente disfrutar de un momento de paz, es lo que realmente le da sentido a nuestras vidas.