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Hablemos de colorismo, racismo y clasismo en las islas

2 de septiembre de 2025

El clasismo, el racismo y el colorismo son formas de discriminación que afectan profundamente la salud mental y la cohesión social. Aunque cada fenómeno tiene particularidades, todos comparten una raíz común: la construcción de jerarquías que colocan a unos grupos por encima de otros, generando exclusión, desigualdad y sufrimiento emocional.

Desde la psicología, el clasismo no se limita a diferencias económicas, sino que también moldea percepciones de dignidad y valor personal. Las personas que sufren comentarios despectivos, limitaciones en oportunidades o estereotipos asociados a su clase social suelen desarrollar sentimientos de inferioridad, ansiedad o depresión. El mensaje implícito es que “no valen lo suficiente”, lo que erosiona la autoestima y debilita el sentido de pertenencia.

El racismo, por su parte, intensifica estas heridas. No solo niega derechos, sino que también ataca la identidad misma de la persona, vinculada a su color de piel, su cultura o su lengua. En comunidades como la raizal del archipiélago colombiano, el racismo institucional y simbólico ha perpetuado un silenciamiento histórico de su lengua criolla y de sus raíces africanas. Psicológicamente, este proceso provoca lo que algunos estudios llaman trauma cultural, donde la exclusión sistemática lleva a la pérdida de referentes identitarios y al riesgo de autonegación.

El colorismo, más sutil pero igualmente dañino, refuerza estas jerarquías dentro de un mismo grupo étnico. La preferencia por piel más clara o rasgos europeos fomenta comparaciones internas que deterioran la autoimagen. Desde un enfoque psicológico, el colorismo puede considerarse una forma de racismo interiorizado, donde los prejuicios externos se transforman en juicios internos que dividen y lastiman a la comunidad.

Las consecuencias son profundas: aislamiento social, baja autoestima y la reproducción de ciclos de discriminación. Sin embargo, la psicología también señala caminos de resistencia: el fortalecimiento de la identidad cultural, el orgullo étnico y la educación emocional pueden ayudar a sanar estas heridas. Reconocer y cuestionar los prejuicios es un primer paso para construir sociedades más empáticas, donde la diversidad se entienda como una fuente de riqueza y no como un motivo de separación.

En Familia | Orientación en Línea con la Dra. Julie Francis

Psicóloga titulada del Politécnico Grancolombiano, con formación en evaluación, diagnóstico e intervención psicológica, aplicados a diversos contextos como la salud mental, la educación y el ámbito organizacional; complementada con un Diplomado en Gestión del Talento Humano. Así mismo, posee habilidades en el manejo de herramientas terapéuticas y estrategias de apoyo para el bienestar emocional y mental. Profesional comprometida con el desarrollo personal y social, con enfoque en la ética y el respeto por la diversidad.