El siglo XXI se caracteriza por una interconexión digital permanente, la importancia de la desconexión se revela como un imperativo para el bienestar personal y el rendimiento laboral. La desconexión, entendida como la pausa consciente de la conectividad digital, se erige como un recurso esencial para preservar la salud mental y fomentar la creatividad.
Al desconectarnos, otorgamos a nuestra mente la oportunidad de descansar y rejuvenecer. Este tiempo de desconexión no solo beneficia a nivel individual, sino que también se traduce en un incremento de la eficiencia y la calidad del trabajo. La capacidad de desconectarse estratégicamente se convierte en una habilidad fundamental para los profesionales que buscan mantenerse equilibrados y ser más efectivos en un entorno laboral exigente.