La muerte, inevitable e ineludible, es una fuerza que nos invita a reflexionar sobre la efímera naturaleza de la existencia humana. En primer lugar, nos enseña la importancia de vivir con propósito y significado.
En segundo lugar, el fin de la vida nos recuerda la importancia de la aceptación y la preparación. La inevitabilidad de la muerte nos insta a enfrentarla con serenidad y a planificar nuestras vidas de manera que nuestras acciones resuenen incluso después de nuestro último aliento. Este conocimiento no busca fomentar el miedo, sino más bien promover una mentalidad proactiva que permita afrontar la realidad de manera pragmática, garantizando una transición ordenada y respetuosa.