Terminar la universidad supone un cambio abrupto que va más allá de lo académico. Durante años, la vida del estudiante gira en torno a una rutina clara: clases, exámenes, vacaciones y regreso al ciclo. Con la graduación, esa estructura desaparece y surge un espacio incierto que cada persona debe llenar por sí misma. Esta transición, aunque esperada, puede detonar una crisis psicológica caracterizada por ansiedad, dudas sobre el futuro y sentimientos de desorientación.
El impacto se intensifica cuando la expectativa de un empleo inmediato y bien remunerado se enfrenta a una realidad distinta: solo el 52 % de los egresados colombianos consigue trabajo en su área en el primer año, y gran parte de las vacantes disponibles son informales o temporales. Para los jóvenes, la falta de experiencia, la sobrepoblación laboral y la competencia con profesionales más experimentados se traducen en presión emocional y frustración.
Desde la psicología, esta etapa se interpreta como un duelo: se cierra un ciclo vital y se pierde un estilo de vida que brindaba identidad y seguridad. El vacío resultante genera miedo a equivocarse en la elección del siguiente paso, y en algunos casos, prolonga la inacción.
Superar esta crisis requiere dos ejes clave: acción gradual y manejo emocional. Es importante reconocer que no se necesita definir todo el futuro, sino iniciar con el próximo paso: prácticas, empleos temporales, voluntariados o formación corta. Mantener una rutina activa —mejorar el CV, crear un portafolio, establecer metas semanales— ayuda a preservar la motivación y reducir la sensación de estancamiento.
A nivel laboral, aprovechar recursos universitarios, plataformas para recién graduados y redes de contacto es esencial. Especializarse en habilidades demandadas, como idiomas, o explorar emprendimientos locales, especialmente en contextos turísticos, aumenta las oportunidades.
Psicológicamente, la clave está en aceptar la incertidumbre como parte natural del crecimiento. Cada experiencia, incluso fuera del área de estudio, aporta aprendizajes y fortalece la resiliencia. No es un punto final, sino el inicio de una etapa donde la adaptabilidad y la perseverancia definen el éxito.