Tanto los representantes de Coralina como los de la Universidad del Atlántico destacaron el valor de este trabajo articulado, que ha permitido llevar soluciones reales a una comunidad con necesidades urgentes en materia de acceso al agua. Además del componente técnico, la estrategia incluyó un enfoque comunitario que permitió adaptar las soluciones a las condiciones locales, fomentando la participación activa de los residentes.
Desde el sector educativo y las entidades ambientales se insiste en que este tipo de acciones no solo mejora la calidad de vida de las familias beneficiadas, sino que también establece un ejemplo sobre cómo enfrentar las problemáticas sociales a través del trabajo colaborativo y el compromiso institucional.
Las organizaciones que participaron en el proceso esperan que este modelo pueda replicarse en otras zonas del archipiélago, destacando el impacto positivo que se alcanza cuando la educación, la comunidad y el sector ambiental trabajan de manera conjunta por una causa compartida.