Desde pescado frito hasta langosta guisada, pasando por albóndigas de pescado y cerdo, los emprendedores han demostrado su creatividad y compromiso con la preservación de las tradiciones locales. Además, las preparaciones reflejan una fusión de sabores del mar con ingredientes autóctonos, lo que realza el valor cultural de estos emprendimientos.
Muchos de estos negocios han sido impulsados por familias que, con esfuerzo y dedicación, aprovechan la temporada para mejorar su economía. La aceptación del público, tanto nacional como extranjero, ha sido positiva, lo que refuerza el papel de la gastronomía como motor de desarrollo comunitario y como uno de los principales atractivos del turismo local.